martes, 19 de marzo de 2019

Coco del Mar: los manglares que desafiaron al urbanismo

Foto: Asociación Ambiental de Residentes de Coco del Mar y Viña del Mar (AARCO)
Por Carlos Camarena Medina
Periodista

Uno de los grandes debates que se registró en los años 90 cuando iniciaba la construcción del Corredor Sur, fue el impacto que tendría el tramo marino que se extiende desde el área del Centro de Convenciones Atlapa, hasta Costa del Este,  en las áreas costeras, específicamente los manglares ubicados cerca de Panamá La Vieja y Coco del Mar.  

Han pasado más de 20 años, la naturaleza le ha ganado la batalla al desarrollo urbanístico, y hoy día los manglares muestran una imagen saludable, aunque  ello no signifique  que estén libre de la vorágine desarrollista, tal como sucede con la construcción del proyecto inmobiliario Wind Rose.  


En ese sector del corregimiento de San Francisco la comunidad se organizó en la Asociación Ambiental de Residentes de Coco del Mar y Viña del Mar (AARCO),  la cual vela por la conservación de esta franja de manglar que se puede divisar desde el Corredor Sur, como testigo del crecimiento registrado durante 20 años.

Para Catia Rojas, Secretaria de AARCO, esta extensión de manglar de unas 3.5 hectáreas, ha  logrado desafiar el urbanismo y a pesar de estar altamente intervenida.

El primer desafío fue sobrevivir a la construcción del Corredor Sur, porque la  oposición de los ambientalistas se sustentó en el impacto que tendría en todos los humedales de la zona costera de la bahía de Panamá, destacó.


Para aminorar el impacto, en el tramo final del corredor, cerca del Centro de Convenciones Atlapa, se construyeron cajones, que permiten el ingreso de la marea que irriga el bosque de manglar. Rojas destacó que el  urbanismo ha impacto negativamente, porque  un área tan frágil como estos manglares no tenía una zona de amortiguamiento definida. 

“Hemos presentado acciones de carácter administrativo para que en primer lugar se defina una zona de retiro de amortiguamiento, a fin de que se respete a partir de su establecimiento, porque la mayoría de las construcciones del sector datan de los años 80. Entonces en esa época no había tanto rigor, como lo hay ahora, con respecto a estos ecosistemas vitales para combatir el impacto del cambio climático”, agregó.

El esfuerzo legal se concentra en la Autoridad Nacional de Administración de Tierras (ANATI), donde se analiza una solicitud de concesión de un globo de tierra del Estado de 1599.26 metros cuadrados, para exigirle que aplique los conceptos técnicos de la Dirección de Costas y Mares  (DICOMAR) del Ministerio del Ambiente (MiAmbiente), que definió el retiro del manglar en 22 metros.  


La zona de retiro está dentro de las tierras solicitadas en concesión, por lo que hemos presentado memoriales en ANATI, para que se declare inviable dicha solicitud y cierre el expediente.  No fue sino dos años después de presentado el informe DICOMAR-021-2016 de MiAmbiente, y de presionar a ANATI, que la institución solicitó a Inmobiliaria GS del Mar, S. A.,  lo conducente, afirmó Rojas.

Es decir, el levantamiento de un nuevo plano apegado a los requerimientos de DICOMAR.  Hemos solicitado nuevamente que ANATI declare no viable la solicitud y se cierre el expediente, esta vez por incumplimiento en la presentación de un nuevo plano, y estamos a la espera de que ANATI emita la resolución como corresponde, precisó Rojas.

Manifestó que no solo se busca proteger este parche de manglar de los proyectos inmobiliarios, sino de los propios vecinos de Viña del Mar y Coco del Mar, que todavía no tienen claro que la poda no autorizada y la tala de estos ecosistemas costeros son ilegales.  Estos manglares están protegidos, bajo la competencia de DICOMAR, por lo que hay que hacer un llamado a los residentes de este sector, para que se abstengan de realizar acciones ilegales en detrimento de estos ecosistemas.  


“Los manglares son patrimonio del Estado, nos pertenecen a todos y nadie está por encima ni de la Constitución,  ni de las leyes, ni de las normas que protegen a estos sistemas”, destacó Rojas, quien alertó que no solo se tala, sino que se han  quemado utilizando químicos.  La Asociación ha presentado en dos oportunidades denuncias ante DICOMAR por tala ilegal, y está a la espera de que se apliquen las sanciones correspondientes.

“Los manglares que bordean la costa de Coco del Mar y Viña del Mar son muy necesarios, porque nos protegen.   El día que aquí ocurra un evento natural que lleve a que los fondos de marea entren a esas residencias, es cuando van a entender cuan importantes son”, puntualizó.


Un informe elaborado en el 2015 por científicos de la Asociación Nacional para la Conservación de la Naturaleza (ANCON) reveló que el manglar de Coco del Mares reúne un sinnúmero de características que lo hacen singular.  La primera, fue destacada por ANCON, cuando suscribe que como todos los manglares, tiene una especie predominante, en este caso, el mangle blanco.  

“Es peculiar que esta sea la especie dominante, pues es más común observar como dominante al mangle rojo, y en ocasiones, al mangle negro o salado. Como comunidad natural o ecosistema se puede considerar uno de los ejemplos más raros dentro de una ciudad”, expresa el informe. También, las condiciones de salinidad, régimen de mareas y aporte de sedimentos conforman las condiciones ideales para la aparición de manglar.


ANCON también recomendó que se aclare la situación legal del manglar de Coco del Mar con respecto a la inclusión dentro del Humedal Ramsar Bahía de Panamá y las implicaciones para su conservación y uso.  


Rojas, destacó que a través de estos años han logrado dilucidar varias de las recomendaciones de ANCÓN, quedando pendiente para un futuro próximo la inclusión de este parche de manglar, al Humedal Ramsar, con el objeto de protegerlo de forma especial de cualquier tipo de intervención.









jueves, 7 de marzo de 2019

Un bosque encantado antes de subir a la India Dormida


Por Carlos Camarena Medina
Periodista

Siempre quise escalar la montaña de la India Dormida, y cada vez que iba a El Valle de Antón, pensaba en la cristalización de ese deseo. Quería llegar a lo alto de la montaña…..más allá de la leyenda de la India Dormida,  la historia del amor no correspondido de Yariva por la doncella Flor del Aire,  quien se enamora de un caballero hispano. Del suicidio de Yariva, y la pena de Flor del Aire, quien vaga por las montañas y la muerte le sorprende recostada y mirando al cielo, y cuya silueta la naturaleza perpetuó la cordillera en el Valle de Antón.

Partí de la Gran Terminal de Albrook con la intención de llegar a El Valle de Antón, con el tiempo suficiente para conseguir hospedaje y subir a la India Dormida, pero el tranque carnavalero en la población de Capira provocó una gran demora, por lo que opté por posponerlo para el día siguiente.


La ocasión fue propicia para hacer un recorrido por El Valle de Antón, desde el Mercado Municipal hasta los diferente locales ubicados a orilla de la vía principal, la cual se encuentra en un proceso de remodelación, en un proyecto que por la imagen que se ve a simple vista, pareciera que estuviera detenido, pero  que, explica la gente, se debe a que la empresa trabaja con mucha lentitud.

Por ser Carnaval, y que me aventuré sin hacer reserva previa, fue algo difícil conseguir hospedaje, pero me permitió sopesar las diferentes ofertas, sobre todo en temporada alta, y si lo que cobraban guardaba alguna relación con lo que ofrecen a los huéspedes. 

Hacer turismo interno durante fechas festivas como el Carnaval brinda la oportunidad de conocer sitios de interés turísticos e históricos, por lo que aproveché mi estadía vespertina en El Valle de Antón para recoger el Mercado Municipal, un sitio lleno de colorido, adornados por las artesanías, productos del campo y tradicionales manjares que son el sello de presentación de esta comunidad coclesana.


El Valle de Antón está a 128 kilómetros de la ciudad de Panamá, en un recorrido de unas dos horas por carretera (cuando no hay tranque). Como lo dice su nombre, es un valle rodeado por los cerros Pajita, Gaital, Cara Coral, Cara Iguana, Guacamaya (La Huaca), la India Dormida; y Tagua.


La tarde del domingo de Carnaval fue propicia para recorrer la vía principal de la comunidad,  para familiarizarme con el  entorno rodeado de montañas, conversar con la gente e identificar el largo camino que lleva a la entrada del sendero, desde donde, según las personas consultadas, me esperaba una recorrido de dos horas hasta la cima de la India Dormida.


Entre letreros que indican los lugares de interés,  y la omnipresente silueta de la India Dormida,  la imagen de una  cruz capta la atención desde cualquier punto de El Valle de Antón. 
En pleno verano, el colorido de los árboles adorna las orillas de la carretera y las aves revelan la dinámica del entorno natural: un tucán llega al árbol y permanece el tiempo suficiente para sacarle una buena foto.


Al llegar a la entrada del sendero (7:45 de la mañana), unas cuantas personas inician el periplo, inicialmente una acera, luego un camino agreste marca el inicio de una caminata bastante agotadora que, según el ritmo y la resistencia del caminante, puede durar de 45 minutos a dos horas. Los panameños pagan dos balboas y los extranjeros tres balboas.


Los parajes del sendero que lleva a la cima de la India Dormida, revelan la actividad volcánica que hubo en esta región, de la montaña baja un riachuelo que en alguno tramos invita darse un chapuzón,  los petroglifos evidencian la presencia de  poblaciones indígenas que habitaron este valle, que no es más que el cráter de un volcán inactivo hace miles de años.


En el sendero que lleva a la cima de la India Dormida, hay tramos que dejan la impresión de un bosque encantado, donde en cualquier momento se aparece un duende o una bruja.


Poco antes de llegar a la cima, me encontré con un joven de ascendencia guna, con quien conversé durante varios minutos, y quien estudia geología, y en una breve charla me habló del entorno y me describió varios tipos de rocas volcánicas que llevaba como muestra, y que abundan en el área.

Después de poco más de una hora, entre resbalones, pausas para tomar fotos y descansar,   llegué a la cima de la India Dormida, con la sensación que invade cuando uno se da cuenta lo pequeño es ante la magnitud de la naturaleza. 





La espectacular vista de El Valle de Antón, una constante brisa que amenaza con llevárselo a uno,  invitan a  sentarse y simplemente admirar el entorno, y dejarse envolver por esa sensación de paz y tranquilidad.